Una confesión y un encuentro.

-Montana -dijo Toni Leone- es hora de que sepas la verdad. Creo que a estas alturas no es ningún secreto que no soy un detective. Pero te equivocas al pensar que soy un mie miembro de la Cosa Nostra, o de la Camorra. Lo cierto es que trabajo para el Servicio Secreto de Italia, y creo que has demostrado ser un miembro capaz para la causa.

Tras escuchar esa revelación, Gazzo Montana bajó al hall del hotel, y allí un inesperado encuentro tuvo lugar. Pues allí estaba su viejo amigo, el doctor Christopher Vane Tarkin, un exmédico de campaña inglés, con quien tuvo ocasión de trabar amistad en la Gran Guerra, y que se hallaba en Nairobi por sorprendentes motivos: Tarkin era pariente lejano de Roger Carlyle, y también estaba investigando el infausto destino de la expedición.

Pronto se pusieron al día, y compartieron información, pese al lógico escepticismo del doctor cuando empezaron a hablarle de sectas y rituales. Pero en todo caso, acababan de ganar un nuevo aliado para la causa.

Tenían abiertas tres líneas de investigación: Neville Jermyn, quien podría suministrarles material y porteadores para una eventual excursión a Aberdare; Johnstone Kenyatta, quien presumiblemente podría arrojar mucha luz a su investigación y el vendedor de té Tandoor Singh, quien sospechaban que bien podría ser el inquietante indio del tren.

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