La mezquita de Ibn Tulun

La conversación con Faraz Najir era una madeja que mostraba muchos hilos de los que tirar, con lo que decidieron dividirse. Gazzo Montana y Elizabeth Shawn irían, acompañados por Mahmud a la mezquita de Ibn Tulun y a entrevistarse con Warren Besart, mientras que Howlett, Leone y Anne Crowe se acercarían a la excavación Clive.

La mezquita era sobria, y los ulemas parecían reacios a decir nada, pero tan pronto como Montana mencionó que la Hermandad del Faraón Negro podía estar involucrada en algo que afectaba a la mezquita, les fue granjeada una entrevista con Ahmed Zehavi, nazir de la mezquita.

En aquel momento no tenían claro si había sido un error mencionar alegremente la secta, y si les conducían a una encerrona, pero Zehavi resultó ser una persona amable y cálida, de voz reconfortante, que admitió conocer (y despreciar) la existencia del culto, y de su interés por robar el cinturón de Nitocris, una malvada hechicera de la época dinástica, cuya momia había desaparecido recientemente, y el cual podría usarse para devolverla a la vida, pero que no tenían que preocuparse, que estaba poderosamente custodiada por guerreros bien entrenados y dos puertas de varios centímetros de duro metal.

Tras la conversación, Zehavi dio su bendición a los investigadores, pues dijo ver bondad y nobleza en sus corazones, pero también les dio algo que, como más adelante descubrirían, era mucho más valioso. Les habló de un erudito más versado que él en temas mundanos, y una persona en la que también veía bondad. Les habló del profesor Ali Kafour. Ya tenían otro sitio al que ir.

Asesinato en la excavación Clive


El joven y prometedor arqueólogo Martin Winfield, hijo del parlamentario británico Clayton S. Winfield, fue ayer asesinado de un disparo en las instalaciones de la excavación Clive que, auspiciada por la Fundación Penhew, exploraba la pirámide de Micerinos.

El Dr. Henry Clive ha lamentado la muerte de su socio y discípulo, de tan solo 24 años, y ha negado que el hecho tenga relación con el más que misterioso robo sufrido hace unas semanas de la momia que habían encontrado 3 días atrás. Cluve afirma también que ve poco probable que haya tenido nada que ver con una represalia de Janwillem Vanheuvelen, un arqueólogo que fue despedido tras el robo. "Pobablemente sea cosa de grupos antiexpolio, ignorantes que no entienden que estas excavaciones no hacen sino honrar y encumbrar el nombre y gloria de su nación y su legado cultural". Afirma así mismo que confía plenamente en que la policía dé con los responsables, y que el miedo no podrá derrotar a su ansia de compartir con la Humanidad los secretos de Egipto, y que la memoria de Winfield se unirá a la de Sir Aubrey Penhew en la lista de hombres que dieron su vida por una causa.

Según fuentes policiales, en vista del atentado se ha redoblado la presencia policial en la zona y se mantendrá la zona cerrada a turistas occidentales al menos un par de días.

Nigel Wassif
El Cairo Bulletin

El relato de Faraz Najir

Faraz Najir les da la bienvenida.

Según Najir, Roger Carlyle buscaba información acerca del reinado del Faraón Negro, que se supone acabó con la llegada de Sneferu, primer faraón de la cuarta dinastía. Najir tenía en su poder diversos objetos relacionados con el Faraón Negro: un pergamino que detallaba la entrada a una cámara secreta en una pirámide sin nombre donde se suponía estaba enterrado dicho faraón, un busto del Faraón Negro, un tamboril cubierto de extraños símbolos supuestamente dotado de poderes místicos y un extraño aro con un circonio grande que se dice era la corona del Faraón Negro y la clave de su triunfo sobre la muerte.

Por encargo de Carlyle, Najir robó los objetos de casa de Omar Shakti, sumo sacerdote en Egipto de la Hermandad del Faraón Negro y se los vendió a Warren Besart, que era el agente de Carlyle.

Y a fe que la maniobra le salió cara, pues poco después un demonio de fuego prendió fuego a su tienda y a la mitad de su rostro, y solo la voluntad de Alá quiso que sobreviviera, por lo que desde entonces se ha convertido en un devoto musulmán que acude diariamente a la mezquita.

Najir comenta también que al parecer la Hermandad estaría también involucrada en el robo de una momia de la Expedición Clive, que actualmente se halla en Egipto. También se dice que la Hermandad quiere un objeto que se halla en la Mezquita Ibn Tulun pero él no sabe de qué objeto se trata ni de por qué la Hermandad tiene interés en él.

Primeros pasos por El Cairo



Una súbita huída de Inglaterra, donde las cosas no estaban muy bien invitaba a los investigadores a visitar el Cairo, lugar donde se supone, además, que habría información clave sobre la Expedición Carlyle y las investigaciones de Jackson Elias.

El calor y los aromas de Egipto recibían a los viajeros, tras un par de semanas de apacible e inusualmente tranquilo viaje en barco, donde atesoraban cada momento de calidez y paz sabiendo que bien podría ser el último.

Llegados al Cairo, vía Port Said, quiso el instinto de Leone confiar en Mahmud, un despierto chico de la calle, para que les hiciera de guía, pues parecía imprescindible contar con la ayuda de alguien que conociera bien las calles, las costumbres y el idioma.

Tocaba, pues, hablar con Faraz Najir, de quien suponían que era un proveedor del difunto Carlyle, pero antes tocaba equiparse, así que una rápida visita a un tratante de armas (ilegales en Egipto) que se hacía llamar Coronel Abú. Y una vez obtenidos un par de revólveres, excedentes del ejército, tocaba hablar con Najir.

La verdad es que no fue fácil. Pues lo primero que se encontraron al llegar a la calle de los Chacales fue un cráter carbonizado donde se supone que había estado la tienda, y un paseante les comentó que hace unos años un djinn de fuego vino del cielo y quemó la tienda. Todo pensamiento racional indicaría a un incendio provocado, o si acaso un pequeño meteorito, pero visto lo visto en la casa Misr, cualquier cosa resultaba creíble.

Sea como fuere, localizaron la nueva tienda de Najir, y pese a su negativa inicial (y su agresividad al oír que mencionaban a Carlyle), acabo narrando lo que sabía.

El Cairo - años 20


ACERCA DE EGIPTO Y DE EL CAIRO

El Cairo es la ciudad más grande de África y una de las mayores del mundo. Con una población de unos 850.000 habitantes a mediados de la década de los 20 (unos 85.000 de los cuales eran extranjeros) es la capital de la cultura continuamente identificable más antigua del mundo: las dinastías del reino unificado del Norte y del Sur de Egipto se remontan al 3100 aC, 5000 años antes de la llegada de los investigadores al desierto. Fácilmente defendida por el desierto y el mar, la herencia de Egipto no tiene parangón en realizaciones arquitectónicas, sofisticación cultural y estabilidad.

Hay dos culturas que actualmente se designan como Naquaba I y Naquaba II y que son considerablemente anteriores a las dinastías, pero aún se conoce muy poco de ellas.

Tras la conquista por Alejandro Magno y el establecimiento de los Ptolomeos tuvo lugar un segundo gran período de realizaciones, si bien bajo el dominio de extranjeros, mediante la fusión de la ciencia egipcia y la filosofía griega. Durante siglos, Alejandría fue la capital intelectual del Mediterráneo oriental.

Hubo un tercer período, cuando los Fatimitas construyeron (968 dC) una nueva capital a la denominaron El Kahira (“la victoriosa”) que con el tiempo se convertiría en El Cairo. La política comercial liberal de los Fatimitas devolvió a Egipto el estatus de gran potencia. Egipto formó parte importante de la cultura Árabe de aquella época y, durante el reinado de los Mamelucos, se convirtió de nuevo en el centro político y cultural del Mediterráneo oriental y del Oriente Medio.

Tras la conquista árabe, el idioma predominante en Egipto pasó a ser el Árabe, situación que prevalece en la actualidad. Los diferentes califas y jedives del Egipto árabe edificaron maravillas arquitectónicas tan grandes como las de las antiguas dinastías. El Cairo y sus alrededores están llenos de mezquitas y palacios, algunos de los cuales son de los mejores de su clase en el mundo. Se ha escrito que uno puede estudiar satisfactoriamente la arquitectura y la ornamentación arquitectónica árabes sin salir de El Cairo.

EL CAIRO EN 1920

Los investigadores pueden llegar por barco, bien a Port Said (al extremo Norte del canal de Suez) o a Alejandría. En cualquiera de los dos puertos hay ferrocarril hacia El Cairo, que se encuentra a unos 150 Km del Mediterráneo, en el vértice del delta del Nilo, no lejos de donde éste se divide y fluye hacia las bocas de Damieta (Este) y Roseta (Oeste).

Los vagones del tren están divididos en clases. Los billetes se han de pagar en libras y piastras egipcias. Una libra tiene 100 piastras. A efectos del juego, la libra egipcia y la esterlina son intercambiables. El tren llega a la Estación Central, que se encuentra a kilómetro y medio de los Jardines Ezbekia. Hay taxis disponibles y los buenos hoteles, como Shepheard, pueden recomendar guías de fiar para períodos cortos.

Los Jardines Ezbekia son un parque de unas 8 hectáreas, y constituyen uno de los puntos centrales de la ciudad: la Oficina de Correos está al Sur de los jardines y el Consulado de los EE.UU. al Norte. La mayoría de los hoteles de estilo europeo de la ciudad están al Oeste y las instituciones financieras, como la Bolsa, al Este. Más al Este hay una serie de excelentes tiendas, pero éstas se acaban rápidamente al llegar al casco antiguo, donde abundan las callejuelas estrechas y los mercadillos atiborrados, tan típicos en el Oriente Medio. Aquí se encuentra también la mayor parte de la arquitectura árabe clásica, aunque las tiendas y casas particulares son edificios sencillos, de techo plano, construidos con tejas y adobe y encaladas, que suelen tener entre 2 y 4 pisos como máximo.

Aparte de las escasas avenidas, las calles suelen estar notoriamente atestadas, obstruidas, ocupadas o por demás inaccesibles al tráfico rodado. Hay tranvías que conectan las diversas partes de la ciudad y uno turístico que lleva al otro lado del Nilo hasta las pirámides de Gizeh.

Al Sur del casco antiguo hay una zona desierta, barrida por el viento, conocida como la Ciudad de los Muertos, donde sólo hay piedras, arena, tumbas y mausoleos. Probablemente en el mundo no haya otro lugar como éste, que por supuesto los investigadores desearán visitar.

Hacia el Nilo, en el distrito de Quasr el Dubara, se encuentra la mayoría de los edificios del gobierno, los palacios de la nobleza y las viviendas de la clase más acomodada. Al Sur del gran puente sobre el Nilo se encuentra el Consulado General de Su Majestad Británica.

EGIPTO EN LOS AÑOS 20


Habiendo sido un protectorado británico durante más de 40 años, Egipto recuperó la mayor parte de su independencia interna en 1922, pero los británicos se reservaron cuatro áreas de poderes discrecionales: las comunicaciones imperiales (incluyendo el Canal de Suez), el Sudán, la defensa de Egipto y del canal y la protección de los intereses extranjeros y de las minorías. Tales reservas implican una independencia ciertamente mermada por lo que las fricciones con los británicos continúan. La desaparición del estatus de protectorado data de 1919, tras la revuelta de Saad Zaghoul, que de paso sirvió también para tapar las dudosas investigaciones de la expedición Carlyle.

Sigue habiendo guarniciones británicas en el canal de Suez, y las intervenciones políticas y militares en asuntos egipcios son una constante, lo cual provoca no pocos resentimientos en contra de los extranjeros en general. Un tema particularmente sensible es la exportación de artefactos y tesoros antiguos por parte de arqueólogos extranjeros. El gobierno egipcio controla estrechamente estas actividades y ello significa que los investigadores no encontrarán ninguna ayuda oficial si tratan de llevarse artefactos de los Mitos de la tierra del Nilo. Sacarlos sin permiso es un delito grave por el que se persigue judicialmente. Los británicos pueden intervenir si creen que los cargos son infundados pero no moverán un dedo para ayudar a ladrones de antigüedades, ni tampoco el cónsul de los Estados Unidos.

Muchos residentes de El Cairo y Port Said, especialmente miembros de las clases media y alta, tienen nociones de Inglés pero la mayoría del país habla únicamente Árabe.

La religión dominante en Egipto es el Islam aunque hay cierta cantidad de cristianos coptos. Los visitantes pueden cometer buen número de ofensas a las costumbres o a las creencias locales por ignorancia, por ejemplo olvidándose de descalzarse o de guardar silencio al entrar en una mezquita. Si cometen una ofensa particularmente grave pueden ser objeto de las iras de una turba islámica.

Para entrar en Egipto se precisa un visado (obtenible en Port Said o Alejandría) y también anotar el nombre en el registro de extranjeros, gestión que hay que repetir a la llegada a El Cairo. Ambas actividades requieren un pasaporte en vigor. El registro de El Cairo se encuentra en las oficinas del gobierno conocidas como La Mugamma, situadas en midan Tahrir (plaza de la Liberación).

El ritual

El Horror muestra sus cartas.

Montana y Shawn se quedaron en el piso de abajo, y pudieron oír que arriba Mahoney y Crowe eran descubiertos. Ruido de pelea y gritos. La situación se complicaba. De pronto Shawn encontró una solución que les había pasado desapercibida: una palanca oculta en la chimenea abría una salida alternativa. Parecía suicida, pero era mejor que enfrentarse a sectarios furibundos.

Dentro todo estaba en una inquietante calma. Pero una vez sus ojos e hubieron acostumbrado a la oscuridad, pudieron vislumbrar una pesada puerta de hierro, cuya llave colgaba en la pared.

Lo que les aguardaba tras la puerta era bastante poco aletador. Angostas celdas ocupadas por asustadós prisioneros, en apariencia egipcios.

Pero los ruidos de la chimenea indicaron a Montana y Shawn que tal vez no era éste el momento de socializar, así que siguieron avanzando hasta lo que parecía ser un siniestro laboratorio o estudio, con un escritorio lleno de libros y artefactos, cajas y sacos por todas partes, y una inquietante dama de hierro junto a un tétrico potro de tortura.

Allí se escondieron, cuando llegó Gavigan. Escoltado por un par de sectarios, y trayendo consigo a un asustado Mickey Mahoney, al que comenzó a torturar de forma cruel para sacar información de sus compañeros. A Elizabeth Shawn le costó horrores permanecer impasible y hacer que el sentido común de Gazzo Montana fuera más fuerte que su indignación y evitar que saltara sobre Gavigan, con el suicidio que eso suponía.

Cuando terminó, Gavigan hizo que se llevaran a Mahoney y digo algo parecido a "preparadlo para el ritual junto con los demás".

Ahora tenían algo de tiempo. Una rápida ojeada a la sala les permitió encontrar entre libros polvorientos y cajas con estatuas blasfemas, túnicas y ankhs que les podían hacerse pasar por sectarios. Llamó su atención nuevamente un libro de contabilidad con envíos a Ho Fong (Shangai) y Naviera Randolph (Darwin), así como otros envíos a diversas partes del globo, y esta inquietante carta inacabada:


Ataviados como sectarios, y siguiendo el ruido de la ceremonia, se fueron acercando, y allí vieron al despreciable Gavigan, ataviado cual sacerdote de una blasfema religión, junto con otro hombre de aspecto árabe, de igual vestimenta, y los sectarios bailando frenéticamente alrededor del poste, donde se hallaban atadas las víctimas, entre las cuales estaban Mahoney, Anne Crowe y el Dr. Howlett. También pudieron ver a Yalesha, la bailarina de la Pirámide Azul, atada y sedada.

Los sectarios comenzaban a quitarse la ropa y a bailar de forma cada vez más claramente sexual, recreándose especialmente con los prisioneros, mientras Gavigan y el otro, Tewfik Al Sayed, entonaban una impronunciable letanía. En ese momento, el horror tomó foirma, y de entre las brumas formas horribles, seres monstruosos de maldad pura y forma no definida comenzaron a aparecer y a aparearse con las víctimas. Era tal el horror, que Elizabeth no pudo sofocar un más que sonoro grito y, llevada por el terror, comenzar a correr hacia la carretera.


-¡Matadla!- gritó Gavigan, y algunos de los sectarios comenzaron a perseguirla. Momento que Montana aprovechó para acercarse subrepticiamente a sus compañeros.

Parecía, y de hecho era, una locura, pero un inesperado aliado se apareció en ese momento en forma de discusión entre ambos sacerdotes, que comenzaron a culparse de ineptitud, y a proclamar se ambos el favorito del Faraón, el favorito de Nefren-ka.

Montana pudo aprovechar y desatar a una aturdida Crowe y a un magullado Howlett. No se atrevió a importunar a la mole legamosa de 5 metros que violaba salvajemente a Yalesha, y en cuanto a Mahoney, no había nada que se pudiera hacer por él, pues las heridas inflingidas durante el interrogatorio de Gavigan habían resultado ser letales.

Pero no era momento de funerales y sí de correr. Se apresuraron hacia el coche y Montana perdió la noción de la realidad. No era ya Londres en 1925, sino que su mente había retrocedido a la batalla de Caporetto. Aceleró el coche hasta su máxima velocidad, llevándose literalmente por delante a cuantos sectarios se cruzaban en su camino, llegando al fin hasta una aterrorizada Elizabeth Shawn.

Entre la bruma y el lodo no era fácil orientarse, pero el instinto de supervivencia podía más que las marismas, pero no iba a ser fácil. Aquel hervidero de sectarios y criaturas era la misma encarnación del Infierno en la Tierra, y aún quedaba un último escollo: el puente levadizo.

Retroceder no era una opción, y no iba a ser fácil disuadir al sectario que manipulaba la manivela que dejara de subir el puente, por lo que usando la pistola de la guantera Montana pudo acertarle con un disparo y acelerar cuanto pudo para volar, literalmente, sobre el río. Juró que nunca volvería a reírse de los coches ingleses.

La casa Misr


En los momentos difíciles es cuando hay que buscar aliados. Cavendish había desaparecido y Leone estaba investigando en Southmapton, y Mickey Mahoney había demostrado ser una potencial ayuda, y gozar de la confianza de Jonas Kensington era un plus.

Brevemente le expusieron los hechos, y sus sospechas acerca de Gavigan. Mahoney recordó que éste tenía una mansión en Harwich, a dos horas de Londres, con lo que acordaron que tal vez una incursión a la misma podría arrojar algo de luz sobre el asunto.

La zona era siniestra, llena de niebla que ponía nervioso a Montana, y con los lugareños bastante peculiares. Uno de ellos, un tipo de ojos saltones les indicó la dirección, pero les dijo que tuvieran cuidado con la casa Misr (Misr=Egipto en árabe).

La mansión, ubicada en una isla entre las ciénagas, estaba rodeada por un muro, y aprovechando que el Dr. Howlett distrajo al guardia, pudieron colarse entre la oscuridad, oscuridad que les llevó a uno de los "adornos" del terreno. Algo que vagamente pudieron identificar como una estela egipcia, aunque sin luz era difícil identificar nada.

En aquella situación, la curiosidad periodística de Mahoney pudo más que su sentido común, y la negrura de la noche se rompía por el flash de una cámara de fotos, que durante unos segundos permitió a los investigadores ver la terrible verdad. ¡El suelo estaba sembrado de cráneos humanos! Y la señorita Crowe apenas pudo ahogar un grito cuando vio que su pie se había enganchado con una caja torácica humana. Ahora quedaba claro dónde iban a parar los camiones que salían de la Pirámide Azul.

No habían venido hasta aquí para marcharse sin más, por lo que optaron por meterse de lleno en la boca del lobo, y colarse en la casa. Sorpendentemente, la casa se encontraba en un lamentable estado de dejadez y suciedad, y no encontraron nada en el sótano, aunque había algo de aquel sótano que no terminaba de cuadrar, y en la planta baja nada revelaba relación alguna con la Hermandad. Pero arriba podían escuchar pasos y voces.

Mientras tanto, en la puerta, Howlett trataba de seguir distrayendo al vigilante, cuando hizo su aparición un camión. Procedente sin duda de la Pirámide Azul