El salón del trono


Los pilares se encendieron, y una densa niebla empezó a llenar la habitación. De pronto, una figura apareció en el trono.

Se presentó como Nefrén-Ka, y su poder parecía obsceno. El aire crepitaba a su alrededor, y su voz era profundamente odiosa, pero inspiraba temor.

-No tenéis nada que hacer, y resulta patético que sigáis con esto. Sois como niños tratando de jugar a un juego cuyas reglas no alcanzáis a comprender. Esto es lo que sucede a los que se adentran donde no deben- y mostró una imagen clara de la expedición Carlyle siendo devorada, junto con sus porteadores, en su expedición keniana, por una terorífica serie de monstruos y criaturas aberrantes, en una masacre dolorosamente vívida y una atrocidad difícilmente olvidable, con toda suerte de desmembramientos y muertes dolorosas -incluso los valientes saben cuándo hay que dejar de luchar y todas las puertas os están cerradas. Vuestra lucha es fútil.

Tras decir eso, un portal se abrió y empujó a los investigadores al otro lado. De pronto se vieron transportados a lo que parecía el Egipto del Faraón negro, ¡y vieron cómo el portal que les podía conducir a su mundo se estaba cerrando!

Crowe y Shawn saltaron ágilmente, mientras Leone y Montana trastabilaban, y aunque su orgullo italoamericano nunca les permitiría recoocerlo, de no haber sido por la ayuda de las "desvalidas señoritas", sus destinos habrían sido condenados. ¿Otra de las cosas con las que su mente tendría que lidiar de ahora en adelante?

La puerta al exterior de la pirámide se volvió a abrir, y vieron que el pasillo estaba lleno con los cadáveres de los soldados a los que habían tenido que sobornar para entrar, pero no había rastro del Dr. Howlett, al que encontraron acurrucado en su coche, y cuyo testimonio les pareció enloquecedor. No tanto por la parte en la que unas criaturas aparecieron del suelo para devorar a los soldados, sino porque lo que para ellos habían sido unos pocos minutos, para Howlett había sido día y medio.

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