La Hermandad muestra sus cartas

Símbolo de la Hermandad del Faraón Negro

Los movimientos de los investigadores no pasaban desapercibidos, y aquella mañana les daba la impresión de estar siendo constantemente vigilados por individuos de aspecto egipcio, y al no ser gente de esperar a que pasen cosas, decidieron abalanzarse contra los que presuntamente les vigilaban. Pusieron en fuga a uno, y otro fue apuñalado hasta la muerte por Leone, aunque con tan mala suerte que se hirió la mano y mientras se iba al suelo del dolor, el tercero de los egipcios comenzó a patearle, antes de ser reducido por Cavendish y Montana. 

Cuando llegó la policía, al ver que la pelea era entre unos caballeros bien vestidos y unos andrajosos egipcios, optó por llevarse detenido al egipcio, y creyendose la versión de que el otro había sido abatido en legítima defensa.

No fue el único acto presuntamente atribuible a la Hermandad de esa mañana, pues cuando las señoritas Crowe y Shawn volvieron a casa de esta última vieron que la puerta había sido forzada, y decidieron llamar a la policía. Sabia elección, pues la intervención del valiente agente Callahan, con riesgo para su propia integridad, puso en fuga a los intrusos, aunque dejaron al agente herido, que relató haber sido con un arma que bien podría ser similar a la utilizada en los asesinatos egipcios.

Tras tanto trajín, decidieron que ese día iba a ser mejor descansar, aunque el destino tenía otros planes para ellos.

La señorita Shawn se quedó inventariando los carretes que no habían sido robados, y Leone permaneció en el hotel, devorando metafóricamente el aborrecible Sectas Oscuras de África, Montana y Cavendish se adentraron de nuevo en el Soho, con ánimo de investigar nuevamente la Pirámide Azul, aunque al encontrarse con ésta cerrada, se pasearon para buscar otros bares egipcios. Y al cruzar una esquina toparon con algo tan terrible como insólito...

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