El Doctor Howlett

La mañana del 29 de enero Scotland Yard despierta a los investigadores aporreando la puerta. Traen una orden de registro, y les notifican que testigos presenciales vieron a unos ladrones salir de la Fundación Penhew y meterse en esta casa.

Un registro demuestra que están en lo cierto, y la policía encuentra un revólver, un libro y 500 libras esterlinas en billetes de numeración consecutiva. La prueba era evidente, y el momento de confusión era aprovechado por Montana y Leone para poner los pies en polvorosa.

Una vez en comisaría, toman declaración a las señoritas Crowe y Shawn, al tiempo que les confiscan los pasaportes, para evitar su evasión a la Justicia, aunque las dejan en libertad sin necesidad de prestar fianza, a la espera de juicio.

Reunidas con Montana y Leone, cuelven a la casa Shawn para ver que alguien entró después de que se fueran, y un trozo de tela de pantalón enganchado en un clavo de la pared delata a Cavendish, o quien quiera que se estuviera haciendo pasar por él. Y con él había desaparecido el Sectas Oscuras de África.

Tocaba buscar a "Cavendish", por lo que Montana se fue a investigar a Limehouse, y Leone a Southampton, con la esperanza de interceptar a su traidor compañero. Y su salida coincidió con la inesperada visita a casa del propio señor Gavigan, quien ofendido por haber sufrido un robo, ofreció a los investigadores un pacto. Él personalmente les pagaría los pasajes en el primer barco a Nueva York y retitraría todos los cargos, a condición de que no volvieran a pisar Inglaterra.

Gavigan airado, no parecía saber, o eso fingía, nada acerca de ninguna Hermandad, y desvió todas las preguntas acerca de sus actividades en el sótano, y se mostró impasible ante la mención del nombre de Alan Groot.

No sin antes repetir su ultimátum, "No tenemos por qué llegar a mayores, pero les quiero fuera de Inglaterra antes del lunes", Gavigan se marchó. Y entonces Elizabeth Shawn recordó a un viejo conocido, quien también era amigo común del difunto Jackson Elias. El Dr. Howlett, doctor en medicina, pero hombre versado en leyes, y quien sin duda podría dar buen consejo a los investigadores ante esta situación.

Horror en la Fundación.

No fue una noche fácil para las señoritas Crowe y Shawn.

Ausentes los italoamericanos y Cavendish, que no paraban de hablar de que habían "descubierto la verdad", optaron por investigar en el museo Penhew.

Infiltrarse no fue difícil, y una vez en el despacho de Gavigan, más exactamente en el trastero anexo, un sarcófago captó su atención, y descubrieron que escondía un mecanismo que llevaba a una sala oculta. Sala en la que había cajas con horribles estatuas con destinatarios en China y Australia, o cuadros blasfemos, un aparador con libros aborrecibles y pergaminos que vinculaban a la Hermandad con el dios Nyarlathotep, y a Gavigan con asuntos muy turbios.

Optaron por marcharse. Pero se llevaron consigo la carga de la terrible verdad.

Sobre el ser de la Niebla, y otros seres más siniestros.

“¡CASI ME PILLA!”
Por Alan Groot, víctima
“Me di la vuelta de repente, presintiendo que tenía algo detrás, y había... ¡nada!, ¡pero una nada provista de una vida terrorífica! El olor a humedad de la niebla fue reemplazado por el penetrante olor del pelo quemado que de improviso me envolvió, penetrando en mis pulmones y clavándose en mi cuerpo. ¡Me ahogaba! ¡Era algo que quería matarme! No puedo describir la terrible sensación de ser invadido por esos tentáculos de niebla, ¡y sin poder ver nada!”

Cuando a la mañana siguiente acudieron a Mickey Mahoney para relatarle lo sucedido, él recordó esta noticia a la que en su momento no dio mucha importancia, pero que era evidente y sineistramente similar a lo acontecido. Les dio también referencias de Alan Groot, ahora internado en un manicomio de Glasgow.

Llamaron al manicomio y todo lo que sacaron es que el pobre Groot solo repetía una y otra vez la palabra "Gavigan"

¿Gavigan? ¿Qué tenía que ver con todo esto el director de la fundación? Parece que se imponía una visita nocturna a su museo.

La Niebla


Un rancio olor a pelo quemado impregnaba las fosas nasales de Montana y Cavendish, y la niebla se iba haciendo cada vez más densa tangible... ¡de forma literal!

Ambos sintieron cómo sus garganta se iban obstruyendo, y era una locura pero aquella niebla estaba viva, ¡viva! Aprisionaba con fuerza, y tuvieron que luchar con fuerza para salir de ahí, hasta que una extraña figura emitió una luz, que puso en fuga al ser de la niebla.

La figura no era otra que la señorita Crowe, quien había ido a vigilar los pasos de sus compañeros, y había aparecido providencialmente para deslumbrar al ser, aunque llegó a verlo, con horror, de forma fugaz, un ser de pura maldad, casi imperceptible, con largos zarcillos y una mirada inequívocamente malvada.

Cavendish y Montana estaban vivos, pero su cordura había quedado muy dañada, igual que la de Leone, que seguía enfrascado en su lectura del repugnante "Sectas oscuras de África".

La Hermandad muestra sus cartas

Símbolo de la Hermandad del Faraón Negro

Los movimientos de los investigadores no pasaban desapercibidos, y aquella mañana les daba la impresión de estar siendo constantemente vigilados por individuos de aspecto egipcio, y al no ser gente de esperar a que pasen cosas, decidieron abalanzarse contra los que presuntamente les vigilaban. Pusieron en fuga a uno, y otro fue apuñalado hasta la muerte por Leone, aunque con tan mala suerte que se hirió la mano y mientras se iba al suelo del dolor, el tercero de los egipcios comenzó a patearle, antes de ser reducido por Cavendish y Montana. 

Cuando llegó la policía, al ver que la pelea era entre unos caballeros bien vestidos y unos andrajosos egipcios, optó por llevarse detenido al egipcio, y creyendose la versión de que el otro había sido abatido en legítima defensa.

No fue el único acto presuntamente atribuible a la Hermandad de esa mañana, pues cuando las señoritas Crowe y Shawn volvieron a casa de esta última vieron que la puerta había sido forzada, y decidieron llamar a la policía. Sabia elección, pues la intervención del valiente agente Callahan, con riesgo para su propia integridad, puso en fuga a los intrusos, aunque dejaron al agente herido, que relató haber sido con un arma que bien podría ser similar a la utilizada en los asesinatos egipcios.

Tras tanto trajín, decidieron que ese día iba a ser mejor descansar, aunque el destino tenía otros planes para ellos.

La señorita Shawn se quedó inventariando los carretes que no habían sido robados, y Leone permaneció en el hotel, devorando metafóricamente el aborrecible Sectas Oscuras de África, Montana y Cavendish se adentraron de nuevo en el Soho, con ánimo de investigar nuevamente la Pirámide Azul, aunque al encontrarse con ésta cerrada, se pasearon para buscar otros bares egipcios. Y al cruzar una esquina toparon con algo tan terrible como insólito...

La muerte sin ojos

Londres, 29 de enero. Londres

Una prostituta sin identificar ha sido hallada hoy a la madrugada frente a la puerta de su apartamento, sin decir ni palabra ni mostrar ningún signo de actividad, y lo más alarmante era que sus ojos habían sido, al parecer, recientemente arrancados. En primera instancia un agente la llevó al hospital St. Mary para desvalidos, pero a la primera oportunidad la mujer se levantó y se volvió a ir a su casa. Nuevamente, se le llevó al hospital y volvió a fugarse, para ir nuevamente a su casa. 

Un médico ha dictaminado su estado mental como grave y ha sido internada en el sanatorio mental Gotham Asylum.
Que Limehouse no es uno de los distritos más acogedores de Londres es algo que ningún buen británico desconoce, no en vano ayer aparecía cerca por ese distrito otro hombre asesinado (Scotland Yard descarta su relación con los asesinatos egipcios) pero hay casos, como el que nos ocupa que incluso a este avezado periodista logran sorprenderle.
Mickey Mahoney para el "Scoop"

La Pirámide Azul


No había muchas pistas. Solo sabían que Elias había estado unvestigando una supuesta secta egipcia (la Lengua Sangrienta, según Miriam Atwrigth, había sido expulsada del Egipto Dinástico, demasiada coincidencia) y sabían que la Pirámide Azul era un bar de ambiente egipcio. Tal vez un hilo del que tirar.

La legalidad no era su mejor aliada, y un coche robado les llevó al tugurio, dejando a las mujeres en casa, que descontentas con su papel de comparsa, optaron por disfrazarse e introducirse, fingiendo ser caballeros, en el bar, al que llegaron antes que sus socios.

El bar resultó ser un sórdido local de danza del vientre, repleto de humo y exóticas bailarinas, más que dispuestas a ofrecer servicios extra a cambio de unos chelines, una de las cuales, que se presentó como Yalesha, dijo que tenía información para ellos. Pero eso fue antes de que una trifulca tabernaria, que casi acaba con un intercambio de disparos, obligara a cerrar el bar.

A la salida del bar, pudieron hablar con Yalesha, quien les dijo que los asesinatos habían sido cometidos por una secta llamada "La Hermandad del Faraón Negro", y que entre sus víctimas estaba su novio, por cuyo asesinato quería vengarse. No pudo decir mucho, salvo que un tal Tewfik al Sayed, cliente habitual del bar veníade vez en cuándo y marchaba, con otros clientes, en un camión a Dios sabe dónde.

La tentación de entrar en la Pirámide Azul era grande, y con el recuerdo aún fresco de la Casa del Ju-Ju, se colaron en establecimiento, aunque resultó ser algo bastante más mundano.

Se retiraron a dormir, pero sabían que era bastante probable que con la que habían organizado, la Hermandad estuviera ya al corriente de sus movimientos.

Londres: primeros pasos.

Fundación Penhew

El 26 de enero los investigadores llegan al puerto de Portsmouth y toman el primer tran para Londres. Salvo Cavendish, que prefiere alojarse en la intimidad de un hotel, los demás aceptan la oferta de Elizabeth Shawn de hospedarse en su solariega casa de Chelsea.

Pero no es el turismo lo que les lleva a Londres, sino saber qué es lo que vio Jackson Elias en esta ciudad, así que a la mañana siguiente se dividen. Así, Cavendish y Crowe se dirigen a la fundación Penhew, y los demás hablan con los contactos sugeridos por Jonas Kensingtos, el periodista Mickey Mahoney y el inspector de Scotland Yard James Barrington.

No resulta difícil acceder a Gavigan (director de la fundación, cuya tarjeta estaba entre las pertenencias de Elias), aunque la entrevista resulta poco fructífera. Su relato sobre la expedición Carlyle difiere poco de la versión oficial, y al no preguntarle por ello, no llegan a saber sobre las investigaciones de Jackson Elias en Londres. Sí consiguen, sin embargo, aburrirse contemplando una interminable sucesión de piezas de arte egipcio sin relación alguna con la expedición.

Más esclarecedor resulta Mahoney, el periodista del Scoop que les comunica que Elias mostró bastante interés en esta noticia:

CONTINÚAN LOS ASESINATOS
El cadáver de un extranjero sin identificar fue hallado el Martes flotando en el Támesis. Con ésta son 24 las víctimas de la serie de asesinatos macabros que padece la ciudad.
Aunque el inspector Barrington, del Yard, no ha querido hacer comentarios, fuentes bien informadas manifestaron al Scoop que la víctima había sido salvajemente golpeada por una o varias personas y después acuchillada en el corazón.
Esta serie de asesinatos hace ya tres años que dura, para perplejidad de los londinenses. ¿Acaso tendremos que esperar a que el señor Sherlock Holmes, de quien el Sr. Doyle afirma que está retirado, acuda de nuevo en nuestra defensa?
Se recuerda a los lectores del Scoop que su estimado periódico mantiene una recompensa para toda información que conduzca a la captura y procesamiento de los perpetradores, recompensa que tras este último asesinato ya asciende a 24 £. ¡Permanezcan alerta!

Eso hacía más necesaria si cabe la entrevista con el inspector Barrington. Nuevamente, debe decirse que no fue difícil lograr una entrevista, pero lo que fue más complicado fue obtener información y pasar desapercibidos, y tras una entrevista que casi desemboca en el arresto de Leone, lograron averiguar que esos asesinatos se llamaban "asesinatos egipcios", dado que esa era la nacionalidad de la mayoría de las víctimas. Algo que parecía a todas luces obra de un tipo de secta. Algo que Elias había estado investigando. ¿Pero qué relación tenía con la Secta de la Lengua Sangrienta?

Al menos un nombre sí sacaron de la entrevista con Barington: la pirámie azul, un bar de ambiente egipcio ubicado en el sórdido y peligroso barrio del Soho.

Londres en los años 20


Durante generaciones, Londres y sus alrededores han sido la ciudad más grande del mundo. En los años 20 vivían allí unas 7.500.000 personas y no sólo era la mayor sino también la urbe más rica del mundo. Al cabo de una generación Nueva York osaría disputarle el cetro de la supremacía (que le arrebataría a su vez Tokio la generación siguiente) pero cuando transcurre la acción de nuestra historia Londres es la reina de la civilización. El auge de la construcción fue interrumpido por la Gran Guerra pero desde su final el ritmo se ha reemprendido a pesar de algunos problemas laborales.

El condado de Londres, cuyo mapa está insertado en el grande, mide unos 18 Km de largo por unos 26 de ancho, lo que arroja una superficie de unos 470 Km2. Es ridículamente fácil esconderse en el dédalo de calles y edificios que conforman tamaña aglomeración.

El distrito del Soho (un barrio tradicionalmente de prostitutas y vendedores ambulantes, cerca de las sedes del gobierno) se menciona varias veces en el texto pero no está identificado en el mapa. Se trata de una pequeña parte de la City of Westminster que en esta época está limitado por Oxfond Street, Regent Street, Charing Cross Road y Piccadilly Circus.

Las partes más acomodadas de la ciudad se encuentran al Norte del Támesis: el West End, la mayoría de la City of Westminster con extensiones a Chelsea, Kensington, Paddington y Marylebone. En Westminster están la mayoría de los palacios y oficinas del gobierno en los que la gente piensa cuando se le habla de Londres y la mayoría de las direcciones elegantes se encuentran en los distritos no oficiales de Mayfair (al este de Hyde Park) y Belgravia (al Oeste del Palacio de Buckingham y al Sur de Hyde Park). La City of London es en realidad poco más de 2'6 Km2 al Norte del río, pero es allí a donde apuntan todas las líneas de ferrocarril, el corazón comercial del imperio británico.

Más hacia el Norte, los distritos son predominantemente de artesanos o de clase media. Los barrios bajos del East End: Stepney, Bethnal, Green, Limehouse, Shoreditch, etc., forman un contraste llamativo por su enorme pobreza, un estado que también es normal a lo largo de la orilla Sur del Támesis desde Battersea a Greenwich. Un escritor de la época hizo notar que “incluso en los barrios más ricos, en Westminster y en todas partes, hay focos de extremada pobreza pequeños pero bien definidos.”

Más al Sur del río, los distritos se vuelven cada vez más de clase media y suburbanos.

La Casa del Ju-Ju

Silas N´Kwane

La Secta de la Lengua Sangrienta se mostraba cada vez más peligrosa, pero era evidente que aquella tienda de Harlem ocultaba algo que podría arojar algo de luz sobre la muerte de Jackson Elias, con lo que ni cortos ni perezosos, los investigadores se armaron de valor (y alguna que otra arma de fuego) y tomaron la determinación de abrirse paso hacia el pasadizo que se ocultaba en el túnel.

Dieron buena cuenta de los falsos borrachos que custodiaban el patio, y astutamente lograron librarse de la emboscada del anciano N´Kwane, vaciando una Thompson contra la puerta tras la que se escondía, pudiendo así hacerse con la llave.

La puerta al final del pasillo mostraba una siniestra sala, ataviada con aparejos tribales, tambores y postes sacrificiales, y una misteriosa tapa de piedra, enganchada a una polea. Pero lo que más llamó su atención fue una cortina, con una desagradable sorpresa en su interior. 

Majini!

Unos "hombres" se abalanzaron sobre Leone. Andaban lentamente y parecían cadáveres. Eran cadáveres, y olían como tales. Pero se movían, lentos pero peligrosos y estaban armados con machetes, y antes de que pudiera sobreponerse al shock, ya estaban acuchillando el cuerpo de Leone, y se acercaban contra Montana, que no dejaba de disparar.

Lo siguiente que recordaba Montana era su Thompson humeante, y trozos de muertos vivientes adornando su camisa y las paredes de la estancia. Acudió a ver el estado de Tony Leone, y estaba herido pero milagrosamente vivo. Era hora de sacar todo lo que había en aquella sala y marcharse rápidamente de allí.

Y quiso la suerte que el médico que atendió a Leone, John Seward, era un viejo amigo de Ann Crowe, que se comprometió a atender al herido sin hacer preguntas y sin dar parte a la policía, y, ¿quién sabe si podría ser un potencial aliado en esta odisea?

Una vez en el hotel, consultaron su "botín"; un manto compuesto por un largo penacho de plumas de vivos colores,  de dos juegos de garras de tigre a modo de guantes, un bol de cobre bruñido, un cetro grabado con runas africanas y una cinta metálica para la cabeza. Pero lo que más llamó su atención fue una máscara de madera y el libro "Sectas oscuras de África", robado de Harvard, que Elias había estado buscando, y que Montana hojeó con repugnancia al ver cómo ahí se describían ritos para alzar muertos como los que casi acaban con su vida.

En cuanto a la máscara de madera, quiso el azar que la señorita Shawn se la probara. Nadie sabe lo que vio, solo ella. Pero sus compañeros no olvidarán el terror que segundos más tarde mostraban sus ojos, cuando la máscara se le cayó de la cara.

Cavendish tomó la determinación de embalar todos esos objetos y enviarlos a un lugar seguro en Londres, lugar al que se dirigirían ellos también, pues Nueva York había dejado de ser un lugar seguro.

Buscando los archivos de Huston


El infructuoso intento de acceder a los archivos de Huston seguía sin colmar la curiosidad de los investigadores, por lo que Leone y Montana optaron por una nueva incursión, esta vez nocturna, a los archivos del Colegio de Médicos.

A punta de pistola Montana entró en el Colegio, pudiendo oir que alguien se le había adelantado. Unos gritos lograron asustar a esa perosna, que cuando salió se vio que no era otra que la desaparecida Ann Crowe.

Con los archivos en su poder, salieron del edificio, mientras Ann relataba qué había sido de ella, y el por qué de su desaparición, de cómo había sufrido un intento de secuestro, con tiroteo incluido, por parte de unos negros, evidentemente relacionados con todo este asunto de la Lengua Sangrienta.

Paralelamente, un "accidental" incendio asolaba la casa de Montana, sin daños, afortunadamente para su mujer e hijos, pero el mensaje era claro.

Resultaba evidente que quedarse a verlas venir no era buena idea, y que una vez obtenidos los archivos de Huston, era preciso tomar la iniciativa y tirar del único hilo que quedaba colgando. Era hora de ir a la Casa del Ju-Ju.