Rudraprayag


El viaje a Rudraprayag no fue especialmente productivo, aunque no por ello exento de peligros. A un trayecto en todoterreno le siguió uno en elefante, para alegría de Elizabeth Shawn y desagrado de los demás.

Conocieron de primera mano los peligros de la jungla cuando un tigre atacó a la cabina del elefante, y aunque pudieron dar buena cuenta de él, Ranjit fue el que se llevó la peor parte, recibiendo un disparo fortuito de Claremont Evans.

Transcurrieron un par de días en la apacible y rural Rudraprayag hasta que se dieron cuenta de que allí no había tela que cortar y regresaron a Nueva Delhi para tomar rumbo a Calcuta.

El duelo



Tarkin decidió acudir a la cita, y enfrentarse en duelo a Hamblin. Dado que era el desafiado, escogió como arma la pistola y Hamblin decidió que sería a primera sangre.

Apadrinado por Montana fue a la colina de los duelos, y tras repartirse los revólveres (superada la tentación de trucarlos) se pusieron espalda con espalda y dieron los diez pasos de rigor.

Tarkin fue más rápido, pero su falta de puntería le traicionó, y la bala se perdió entre las nubes. Afortunadamente Hamblin no tuvo mejor suerte, y su disparo se desvió por varios palmos.

Avanzaron un paso, para disparar de más cerca y recargaron sus armas. Tarkin volvió a ser más rápido, pero su disparo volvió a errar. Hamblin fue más avispado y puesto que había perdido la iniciativa y Tarkin ya había disparado, consideró que nada le impedía apuntar tranquilamente y disparar a la pistola de Tarkin, de forma que venciera en el duelo sin derramar excesiva sangre.

El bang fue sonoro, y la rozadura de la bala dolorosa. Requirió un vendaje pero Trakin se sintió afortunado, pues parece que no iban a quedarle secuelas. No al menos si excluimos las del orgullo.

Nueva Delhi


Llegaron a Nueva Delhi, y no podían evitar la sensación de ser vigilados u observados en todo momento.

Esta sensación se fortaleció cuando durante un paseo por el mercado se encontraron de nuevo al señor Hamblin, quien les dijo que había visto a Huston por Nueva Delhi. Aunque la conversación no se prolongó mucho más, ya que Hamblin se sintió muy insultado cuando Tarkin insinuó que la señora Hamblin podría haber envenenado su comida, y Hamblin, ofuscado, le desafió a duelo.

Pero la pista de Huston era importante, así que Montana se fue a hacer sus pesquisas callejeras. Algo malo debió de pasar, pues apareció más tarde en el hotel, ensangrentado. Por lo visto, un supuesto informador le había conducido a una emboscada en la que 3 hombres occidentales abrieron fuego contra él sin mediar palabra. Por suerte, y usando al falso informador como escudo humano, pudo abatirlos y salir vivo de ahí.

A su vez, Evans, había contactado con un gúia nativo, un chico bastante despierto llamado Ranjit, que se ofrecía a llevarles a Rudraprayag. Mientras tanto, Elizabeth Shawn seguía adherida a las malévolas páginas de los Fragmentos de G´harne.

Todo estaba dispuesto para la excursión, pero tenían que ver qué hacían con el asuntillo de Hamblin.

Solo un susto

El Dr. Tarkin se apresuró hacia el compartimento de Hamblin. Deliraba y tenía fiebre, pero por suerte el médico siempre llevaba encima un poco de penicilina, que pareció hacer efecto y pudo estabilizar al enfermo.

Interrogando a su esposa, ella dijo que pensaba que podría ser por algo que comió. Se fijó en que había comprado unos bollos en un dudoso chiringuito del mercadillo de Bombay.

Tarkin inspeccionó la papelera, pensando que tal vez esos bollos podrían haber sido envenenados por algo de la secta. Pero en su lugar vio que dentro del bollo, en una maloliente pasta que parecía haber sido carne unas asquerosas larvas se movían. Hamblin había consumido comida podrida.

La indignación no pudo ser contenida por Tarkin, que catalogando de idiota a la señora se marchó a su compartimento aun sobreponiéndose del susto.

Y poco después el tren arribaba a Nueva Delhi.

El pintoresco señor Hamblin

El trayecto en tren entre Bombay y Nueva Delhi no iba a ser corto, pero parecía que iba a ser tranquilo. Al menos más tranquilo que cierto tren africano. Todos estaban pensando en sus cosas, mientras Elizabeth Shawn leía con avidez el misterioso Fragmentos de G´harne.

En un momento dado un hombre tocó la puerta del compartimento. Era un dicharachero hombre bien vestido de aspecto inglés que se presentó como William Hamblin, un rico hacendado inglés, propietario de unas tierras en Nueva Delhi y que quería combatir el aburrimiento invitando a los investigadores a comer.

La comida fue agradable, y Hamblin comentó de pasada que había tenido contacto en Bombay con un hombre que decía llamarse Robert Huston, y reconoció al teóricamente difunto psiquiatra al ver la foto. De Huston dijo que era un hombre excéntrico, con una extraña carisma y toques megalomaníacos, "decía que tenía un sueño que pronto compartiría con toda la Humanidad". Hamblin dijo recordar que Huston había mencionado que tenía su residencia en Australia, pero que gustaba de viajar bastante.

En algún momento de la conversación, y viendo que los investigadores coincidían con la descripción dada por Huston, "un grupo de viajeros que fueron de Nueva York a Londres, de ahí a El Cairo y de ahí hasta Nairobi" les dijo que Huston le había dado un extraño regalo para ellos.

Una bolsita llena de arena, que dentro contenía un colmillo, que Elizabet Shawn reconoció como de murciélago con un diminuto símbolo grabado:

¿Australia? ¿Un murciélago?

Eso recordó a Elizabeth Shawn la clase recibida por el Dr. Cowles en la Universidad de Yale en sus primeras pesquisas. Pero antes de que pudieran dar ningún paso la esposa de Hamblin irrumpió en su habitación gritando: "¡mi marido se encuentra muy enfermo, por favor hagan algo!"

Bombay


El leopardo comerá carne humana en Rudraprayag en primavera... esas enigmáticas palabras, contenidas en el enigmático libro obtenido del mezquino indio Tandoor Singh eran inquietantes. La India quedaba más o menos de camino a China, y Bombay era un puerto casi obligado. Además, las cosas por Kenia estaban demasiado calientes y era aconsejable cambiar de aires, por lo que un tren a Mombasa y el primer barco que cruzara el Índico parecían buenas opciones.

Llegaron a Bombay, tras unos días de ya casi olvidada tranquilidad en el barco. Bombay resultaba ser una ciudad no menos acogedora, aunque la prudencia puede (y a veces debe) tornarse paranoia cuando uno se ve enfrentado a tantos y tan poderosos enemigos. Es por eso que no podían evitar ver una amenaza detrás de cada turbante rojo.

El hotel era excelente, aunque Montana no conseguía conciliar el sueño a causa de sus terribles pesadillas. Aprovecharon también la estancia para equiparse y hacerse con algo de armamento, y una visita del padre Evans a la biblioteca mostró la siguiente carta que debía ser jugada.

Rudraprayag era un pequeño pueblo de la India, cerca de Nueva Delhi. Ciudad para la que tomaron el primer tren que encontraron disponible.

El rito del nacimiento

Difícil de describir. Más de 10.000 personas arremolinadas en torno a la montaña. Todos con el gorro de la secta.

Cientos de víctimas asustadas, y en la boca de la cueva, la sacerdotisa M´Weru, impregnando el aire con su voz, sensual pero malvada. llena de odio y fanatismo, pero a la vez hipnótica.

La lluvia hace su presencia, y la tensión se masca en el ambiente. La excitación impide a los sectarios darse cuenta de que hay unos intrusos de lujo entre ellos.

M´weru proclama:

¡Ésta es la gran noche, en la que nuestro dios nos enviará la semilla escogida! ¡Esta noche vendrá su hijo y traerá consigo el terror para confirmarnos en nuestra fe! ¡Nyar shthan, Nyar gashanna!

¡Nyar shthan, Nyar gashanna!

M'Weru repite este cántico una y otra vez, hasta que la inmensa multitud lo corea, acompañada del sonido de los tambores. Los sectarios repiten una y otra vez el ritual balanceándose rítmicamente: "¡Nyar shthan, Nyar gashanna!
¡Nyar shthan, Nyar gashanna!" El eco, procedente de la ladera de la montaña, devuelve el sonido a la llanura.

Y entonces comienza el horror.

En medio del frenesí del ritual, los sectarios se despojan de sus ropas. El cielo, iluminado sólo por la luz de las estrellas, se ennegrece más y más al cubrirse de nubes. Pueden verse relámpagos que se van acercando a la cima de la montaña. El retumbar de los truenos es cada vez mayor. De repente se nota un viento frío y desagradable.

Sobre la cima de la montaña se forma una columna de humo.

“¡Nyar shthan, Nyar gashanna! ” Los sectarios, desnudos, escogen al azar a algunos de los prisioneros y los descuartizan de la forma más cruel y despreciable; la sangre de varias docenas de hombres, mujeres y niños cubre la llanura.

Después, tras una hora de más frenesí y derramamiento de sangre, baja del cielo un enorme rayo que cae en la misma cima de la montaña, acompañado de un pavoroso trueno.

En el lugar de caída del rayo el vapor solidifica y aparece gradualmente el Dios de la Lengua Sangrienta.

"¡Él cabalga sobre la montaña, al igual que cabalga sobre el mundo! ¡Nyar shthan, Nyar gashanna!"

Mágicamente, unas escaleras se abren hacia una cueva que lleva al salón del trono de Hypatia. El ser, grande como la propia montaña, coge sectarios por puñados, devorando unos, arrojando otros contra la ladera. Pero es el momento de actuar, recuerda McGuffin, y la gloria no es para los cobardes.

La ascensión hasta la cima de la montaña es agotadora, y pasa casi media hora hasta que todos los sectarios alcanzan el templo o se han acercado todo lo posible a la boca de éste (de vez en cuando, algún incauto cae por uno de los lados de la escalinata, que carece de baranda, y se estrella en el suelo de la llanura).

Y lo que ven arriba no es mucho mejor; más víctimas siendo asesinadas, tirturadas, violadas, devoradas... muchas arojadas a los fosos de la muerte. Un espectáculo dantesco, que nadie podrá olvidar.

Pero todo parece pasar a un segundo plano cuando M'Weru, que hasta el momento había estado sentada sininmutarse al pie del trono de la madre, por fin se levanta y alza las manos. Sus guardias imponen rápidamente el silencio.

Una calma gélida desciende sobre el lugar mientras M'Weru entona por última vez “¡Nyar shthan, Nyar gashanna!” Ante la mirada expectante de la multitud, los siniestros ojos amarillos del dilatado vientre de Hypatia empiezan a brillar. La cabeza de ésta grita una sola vez, presa de una agonía mortal y explota.

Los fragmentos ensangrentados vuelan por los aires y caen entre los asombrados sectarios que se apresuran a recoger tan preciadas reliquias sin dejar de contemplar lo que sucede. A continuación aparece una grieta en la membrana, que en seguida se rompe. Chorros de légamo surgen del interior y descienden por los escalones de la tarima sobre la cual ya se alza la Semilla del dios. Arrastrándose más allá de M'Weru, sus tentáculos atrapan a los sectarios de menor importancia más próximos para alimentarse por vez primera.

Tras el "nacimiento" vuelve la orgía de muerte, y entre las víctimas que van a ser arrojadas al foso está atada y sedada Elizabeth Shawn.

McGuffin hace señas a los investigadores para que miren de nuevo a la semilla. Ésta muta hasta adquirir la forma exacta de Hypatia Masters y es besada por M´Weru. Una vez sucede eso, McGuffin grita triunfal:

¡Habéis contemplado el nacimiento de la semilla de un dios, ahora morid!

M´weru, contrariada por aquello, increpa a McGuffin, y ordena a sus sectarios que lo maten, por haber traído espectadores ajenos a la secta. Discuten, y él manifiesta que era la voluntad del dios que vieran el nacimiento.

Aprovechando la confusión, liberan a Elizabeth y salen corriendo, mientras la orgía de sangre y destrucción sigue transcurriendo a su alrededor.

Colin McGuffin



McGuffin les condujo a una cueva, donde pudieron esconderse a salvo de los sectarios que les buscaban, y allí comenzó su relato:

"No sé qué sabéis de esta secta y qué no. Os puedo garantizar, aunque eso ya lo habéis visto, que son muy peligrosos. Operan a nivel mundial, y puede que os suene a locura, pero creedme si os digo que obedecen a poderes más allá de lo comprensible, y he visto cosas que jamás habría creído posibles.

Tuve noticia de ellos en Australia, donde no se llaman Secta de la Lengua Sangrienta, sino Grupo de los Diablos de la Noche, pero el amo al que sirven es el mismo, un cruel dios que se hace llamar de muchas formas. Nyarlatothep, Dios de la Lengua Sangrienta, Nefren-Ka, Jack Brady...

Sí, supongo que os sorprende escuchar el nombre del guardaespaldas de Carlyle. Y puede parecer absurdo, pero la verdad es que Jack "Brass" Brady no era más que uno de los innumerables avatares de ese Dios, que junto con su sacerdotisa M´Weru atrajo a la expedición a estas tierras, para sacrificarlos, y cosas aún peores.

Mi difunto socio Kenneth Smith y yo hemos investigado mucho a esta gente. mis pesquisas me trajeron hasta aquí y tuve la suerte de capturar vivo a uno de esos maníacos. La verdad es que no fue fácil, pero llega un momento en el que el dolor supera al fanatismo y hasta uno de esos salvajes llega a hablar. Pero por favor, no me pidáis que entre en detalles, no me siento especialmente orgulloso de ello.

Sé que piensan realizar un importante ritual, uno en el que pretenden hacer nacer a la semilla de ese Dios, al hijo de Jack Brady, en el vientre de Hypatia Masters. Como imagináis, no podemos permitir que eso suceda, o el mundo no volverá a ser el mismo. El horror que esa bestia inmunda puede suponer... Además, si vuestra amiga ha sido capturada, es posible que quieran utilizarla como sacrificio o algo peor en esa ceremonia, y supongo que querréis evitarlo.

Pero es preciso que seáis conscientes de lo peligroso que es esto. Y es también muy importante que sepáis que deberemos ser pacientes y que no debemos actuar, bajo ningún momento, hasta que sea el momento preciso. Dicho en plata: nos colamos en el ritual, nos acercamos, y cuando tenga a M´Weru a tiro, le vuelo la cabeza y vosotros aprovecháis para sacar a vuestra amiga de ahí. En cuanto a mí... bueno, espero que a este trasto le sigan quedando disparos y haya alguno para mí.

Preguntáis de dónde saqué este artefacto. La verdad es que yo también me pregunto por su origen, pero os puedo decir que era el arma que portaba un sacerdote de los Diablos de la Noche al que eliminé en su templo en el desierto de Australia. Bueno, debería decir al que eliminamos Kenneth y yo. Pero ahora Kenneth está muerto, y yo le voy a vengar."