La conversación con Faraz Najir era una madeja que mostraba muchos hilos de los que tirar, con lo que decidieron dividirse. Gazzo Montana y Elizabeth Shawn irían, acompañados por Mahmud a la mezquita de Ibn Tulun y a entrevistarse con Warren Besart, mientras que Howlett, Leone y Anne Crowe se acercarían a la excavación Clive.
La mezquita era sobria, y los ulemas parecían reacios a decir nada, pero tan pronto como Montana mencionó que la Hermandad del Faraón Negro podía estar involucrada en algo que afectaba a la mezquita, les fue granjeada una entrevista con Ahmed Zehavi, nazir de la mezquita.
En aquel momento no tenían claro si había sido un error mencionar alegremente la secta, y si les conducían a una encerrona, pero Zehavi resultó ser una persona amable y cálida, de voz reconfortante, que admitió conocer (y despreciar) la existencia del culto, y de su interés por robar el cinturón de Nitocris, una malvada hechicera de la época dinástica, cuya momia había desaparecido recientemente, y el cual podría usarse para devolverla a la vida, pero que no tenían que preocuparse, que estaba poderosamente custodiada por guerreros bien entrenados y dos puertas de varios centímetros de duro metal.
Tras la conversación, Zehavi dio su bendición a los investigadores, pues dijo ver bondad y nobleza en sus corazones, pero también les dio algo que, como más adelante descubrirían, era mucho más valioso. Les habló de un erudito más versado que él en temas mundanos, y una persona en la que también veía bondad. Les habló del profesor Ali Kafour. Ya tenían otro sitio al que ir.
La mezquita era sobria, y los ulemas parecían reacios a decir nada, pero tan pronto como Montana mencionó que la Hermandad del Faraón Negro podía estar involucrada en algo que afectaba a la mezquita, les fue granjeada una entrevista con Ahmed Zehavi, nazir de la mezquita.
En aquel momento no tenían claro si había sido un error mencionar alegremente la secta, y si les conducían a una encerrona, pero Zehavi resultó ser una persona amable y cálida, de voz reconfortante, que admitió conocer (y despreciar) la existencia del culto, y de su interés por robar el cinturón de Nitocris, una malvada hechicera de la época dinástica, cuya momia había desaparecido recientemente, y el cual podría usarse para devolverla a la vida, pero que no tenían que preocuparse, que estaba poderosamente custodiada por guerreros bien entrenados y dos puertas de varios centímetros de duro metal.
Tras la conversación, Zehavi dio su bendición a los investigadores, pues dijo ver bondad y nobleza en sus corazones, pero también les dio algo que, como más adelante descubrirían, era mucho más valioso. Les habló de un erudito más versado que él en temas mundanos, y una persona en la que también veía bondad. Les habló del profesor Ali Kafour. Ya tenían otro sitio al que ir.