Antes de partir hacia Nairobi el padre Evans había avisado telegráficamente de su llegada al pastor anglicano Horace Starret, quien resultaba también haber sido el que proporcionó suministros a la Expedición, por lo que visitarle parecía una cita obligada.
Le encontaron en la misión, un sencillo edificio de madera, impartiendo clase de matemáticas a unos niños nativos y amablemente se ofreció a ayudar a Evans y sus amigos en cuanto fuera posible. Dijo recordar que la Expedición se dirigió a él para obtener suministros médicos, y que pagaron generosamente mediante una cuantiosa donación de la señorita Masters.
Quedó muy afectado por el siniestro suceso y participó en el examen médico de algunos cuerpos que fueron devueltos a Nairobi. Los cuerpos estaban despedazados, y aunque en buena lógica deberían haber sido devorados, parecía como si las bestias salvajes no hubieran querido saber nada de los cadáveres. La única explicación que Starret hallaba para esto es que se trataba sin duda de una obra del Demonio.
Ofreció también cobijo en la misión, y ccuanta ayuda estuviera en sus manos, pero era el momento de investigar otros frentes.
Le encontaron en la misión, un sencillo edificio de madera, impartiendo clase de matemáticas a unos niños nativos y amablemente se ofreció a ayudar a Evans y sus amigos en cuanto fuera posible. Dijo recordar que la Expedición se dirigió a él para obtener suministros médicos, y que pagaron generosamente mediante una cuantiosa donación de la señorita Masters.
Quedó muy afectado por el siniestro suceso y participó en el examen médico de algunos cuerpos que fueron devueltos a Nairobi. Los cuerpos estaban despedazados, y aunque en buena lógica deberían haber sido devorados, parecía como si las bestias salvajes no hubieran querido saber nada de los cadáveres. La única explicación que Starret hallaba para esto es que se trataba sin duda de una obra del Demonio.
Ofreció también cobijo en la misión, y ccuanta ayuda estuviera en sus manos, pero era el momento de investigar otros frentes.
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