El reverendo Starret

Antes de partir hacia Nairobi el padre Evans había avisado telegráficamente de su llegada al pastor anglicano Horace Starret, quien resultaba también haber sido el que proporcionó suministros a la Expedición, por lo que visitarle parecía una cita obligada.

Le encontaron en la misión, un sencillo edificio de madera, impartiendo clase de matemáticas a unos niños nativos y amablemente se ofreció a ayudar a Evans y sus amigos en cuanto fuera posible. Dijo recordar que la Expedición se dirigió a él para obtener suministros médicos, y que pagaron generosamente mediante una cuantiosa donación de la señorita Masters.

Quedó muy afectado por el siniestro suceso y participó en el examen médico de algunos cuerpos que fueron devueltos a Nairobi. Los cuerpos estaban despedazados, y aunque en buena lógica deberían haber sido devorados, parecía como si las bestias salvajes no hubieran querido saber nada de los cadáveres. La única explicación que Starret hallaba para esto es que se trataba sin duda de una obra del Demonio.

Ofreció también cobijo en la misión, y ccuanta ayuda estuviera en sus manos, pero era el momento de investigar otros frentes.

El STAR de Nairobi


Una vez instalados en Nairobi había que empezar a moverse, aunque tenían que solucionar el tema del incendio del tren y la inminente demanda. Para sorpresa de todos Tony Leone mintió y dijo a las autoridades que había sido él el responsbale, y acompañó a la policía mientras decía a sus compañeros que no se preocuparan.

Elizabeth Shawn, con todo el estrés acumulado, alegó que necesitaba tomarse un día de relax, y se fue a hacer un safari fotográfico a la quietud de la sabana.

Eso dejaba solos a Montana y al padre Evans, que nada más salir del hotel se encontraron con un mozalbete que pregonaba el último número del STAR, periódico local, que sin dida sería un buen punto de partida.

Efectivamente, visitaron la pequeña redacción y allí se entrevistaron con su directora, Natalia Smythe-Forbes, una amable señora de mediana edad, quien recordaba haber cubierto en persona la noticia de la llegada de la Expedición a Nairobi, y dijo de ellos que eran gente bastante hermética y enfermiza, muy raros. Concretamente dijo que el líder era el señor Penhew, un hombre sin embargo encantador, a diferencia de Huston, mucho más hosco. Dijo también que sospecha que Carlyle andaba bebido todo el día. Mostró una foto en la que se podía ver que efectivamente Carlyle parecía estar ido, mientras que Penhew parecía de alguna forma rejuvenecido y la señorita Hypatia Masters se mostraba bastante menos curviliínea que de costumbre.

Recordó que la Expedición había llegado originalmente para investigar la zona de la Gran Grieta, pero que pronto empezaron a mencionar un viaje al Oeste para confirmar datos recogidos en Egipto sobre los seguidores de un líder religioso que emigró hacia el Sur, hacia Kenia.

Añadió que se alojaban en Hampton House, un hotel que es propiedad de Reggie Baynes (y quien lo ha dirigido siempre) desde antes de la Gran Guerra.

La expedición también tuvo tratos con el doctor Horace Starret (párroco anglicano con quien curiosamente Claremont Evans mantenía corrrespondencia) y el Sr. Neville Jermyn.

Preguntada por el trágico suceso dijo que los informes que llevaron a la patrulla hasta el lugar de la masacre proceden de Sam Mariga, un jardinero que trabaja en la estación del ferrocarril y que vive en la calle Charles. Sam visitaba a unos parientes en el poblado de Ndovu, situado en el bosque de Aberdare, cuando se enteró de que en cierta región había gran cantidad de cadáveres sin enterrar y de que era poco inteligente acercarse por allí. Dicha región se encuentra al Norte de Nairobi y a muchos kilómetros de distancia del valle de la Gran Grieta. El teniente Mark Selkirk, al mando de una escuadra de tropas nativas, encontró los restos y (según parece) a los autores de la matanza, administrando justicia rápidamente.

Y la señorita Smythe Forbes estaba mostrando la foto de 5 nativos ahorcados cuando uno de los empleados entró en el despacho al grito de ¡Fuego!

Por suerte la redacción el STAR era un edificio pequeño, y aunque dada su naturaleza comenzó a arder con celeridad, Montana encontró rápidamente la salida, y Evans también estaba fuera, pero recordó que la directora no había salido, y su deber moral se impuso a su sentido común y al dolor de una viga cayéndole en el hombro, y aunque magullado y dolorido, consiguió salvar a Natalia Smythe Forbes de perecer entre las llamas.

Pero dado que era el segundo incendio en el que se veían envueltos en poco tiempo, optaron por marcharse rápidamente de ahí.

El ferrocarril de Uganda



Nairobi era el destino lógico para seguir los pasos de la Expedición Carlyle, y el tren el mejor medio de transporte, un abarrotado vehículo de pasajeros, en el que optaron por viajar ensegunda clase, más económica que la primera, sin duda, pero no tan sórdida como la tercera, llena de "morenos" (indios, árabes, etc...) o qué decir, la batea de los negros.

Ya en la estación les había dado la impresión de que un hombre de aspecto indio les seguía y les vigilaba, y les pareció verle en el tren, lo que les empujó al padre Evans y a Elizabeth a hacerle una visita, de la que poco sacaron, más que un escalofrío al hablar con el siniestro hombre. Y al volver vieron que Leone y Montana dormían como marmotas, y un hombre, que se identificó como John Smith intentaba robarles el equipaje, aunque pudieron abortar su idea.

Pero eso no fue lo más reseñable, por desgracia del viaje, puesto que tan pronto cayó la noche, el vagón en el que estaban empezó arder, y pudieron ver que el fuego parecía ser inteligente y les seguía.

Leone fue rápido y se abalanzó hacia la alarma de parada, mientras que Evans y Shawn corrían a por agua, arena, o cualquier cosa que pudiera sofocar las llamas, y Montana por instinto comenzó a disparar a aquella cosa, aunque en vano, pues parecía inmune a las balas, y Gazzo Montana quedó envuelto en llamas cuando un "brazo" de aquel incendio inteligente le mordió la pierna. Por fortuna, la rápida intervención de Tony Leone y su certeza con el extintor salvaron la vida de su compatriota, si bien éste ya nunca tendría que volver a visitar a su peluquero.

Habían salvado la vida, y la de todos los pasajeros, pero no la del vagón, que había quedado completamente calcinado, así como algún vagón anexo, y recibieron por parte del revisor jefe la noticia de que la empresa tomaría medidas legales contra ellos por provocar un incendio, y contaban por desgracia con testigos que afirmaban haber visto el fuego originarse en su compartimento, entre ellos John Smith y su ralea.

Una nueva complicación se unía a los planes del Faraón Negro.

Mombasa


Después de haber abandonado Egipto precipitadamente, el grupo se dividió, dejando a Howlett y Crowe camino de Australia y a Elizabeth Shawn rumbo a Mombasa, siguiendo la ruta de la expedición Carlyle (y a poder ser no emular su destino).

Una vez en Mombasa, una corazonada de Elizabeth les hizo visitar la Iglesia de St. James, donde tuvieron la oportunidad de conocer al padre Claremont Evans, que tomó, para perjuicio de su salud mental, confesión a Leone y Montana.

Pero la parte más sorprendente fue para Elizabeth Shawn, cuando aquel sacerdote que tan familiar le resultaba resultó ser el desaparecido Charles Shawn, su padre biológico que en su infancia la dejó bajo el cuidado de su tío, y desapareció sin dar señales de vida.

Sacrificios, sectas, monstruos, peligros, intentos de asesinato… Elizabeth Shawn pensaba que su mente estaba dispuesta para digerirlo todo. Todo menos eso.

Tal vez ya era tarde para recuperar el tiempo perdido, pero el padre Evans, o mejor dicho Charles Shawn, se sintió en la obligación de acompañar a los investigadores a Nairobi, por lo que cogió con ellos los billetes para el expreso de Nairobi.

Bajo la atenta mirada de un indio misterioso...

Kenia en 1925




MOMBASA
Para quien de El Cairo, Mombasa es una excelente transición. La ciudad es árabe, con estrechos y olorosos callejones, balcones elaboradamente decorados, mezquitas y minaretes, almuédanos y velos. Esta conocida ciudad comercial sólo tiene unos pocos siglos menos que El Cairo. Aquí habitan, a orillas del Océano Índico, unas 30.000 personas que combinan retazos de los modos de vida árabe, africano, indio, portugués y británico.

Mombasa se encuentra en un arrecife de coral frente a la playa, y está conectada con tierra firme mediante un puente por el que pasa el ferrocarril y también mediante varios transbordadores de pasajeros.

Para conectar con Nairobi, la opción obvia es el ferrocarril de Uganda que cubre los 450 Km que separan ambos enclaves.

NAIROBI

En 1925, Nairobi es un pueblo colonial de reciente creación, y cuenta con unos 8.000 habitantes.

Justo más allá de la ciudad se encuentra el Monte Kinangop y la Cordillera de Berdare; el Monte Kenia se alza algo más hacia el Norte y el Este. La ciudad fue fundada en 1900 como un apeadero del ferrocarril antes de las montañas, el último lugar en el que se podían hacer cambios de vía. Con una elevación de más de 2.000 m sobre el nivel del mar, la región es relativamente fresca y seca, los paisajes son soberbios, el agua es adecuada y el suelo excelente para cultivar.

Los europeos, que se consumían en el clima húmedo de Mombasa, se dieron cuenta rápidamente de las ventajas y corrieron la voz.

Hasta 1920, la denominación oficial de Kenia era “Protectorado Británico de África Oriental” pero cuando llegan allí los investigadores tiene ya el estatus de colonia y ya ha adoptado el nombre de Kenia; se autogobierna en muchos temas aunque aún depende de la Corona para la mayor parte de temas de Exteriores y relacionados con la Commonwealth (eufemismo inventado por los británicos para seguir explotando a sus antiguas colonias aun después de haberse éstas independizado). La guarnición del país la componen unos dos batallones de tropas regulares británicas, algo por debajo de su complemento de tropa normal y un millar de policías paramilitares, la mayoría negros e indios al mando de oficiales británicos.

El Nairobi ficticio que se presenta en este escenario no se parece en nada a la moderna ciudad de millones de habitantes de la actualidad.

En el momento de la aventura, Nairobi se divide en distritos, situación normal en las colonias de los países europeos y también en las antiguas colonias de éstos, como los EE.UU. Nairobi tiene tres distritos, uno para blancos, otro para negros y otro para “morenos”, con divisiones que se mantienen rígidamente. Los despachos, hoteles, clubs, etc... están marcados como SÓLO PARA BLANCOS mientras que en las oficinas administrativas como juzgados, etc... hay entradas separadas. Hay cárceles para cada uno de los distritos. Los lavabos en la estación de ferrocarril están enfáticamente separados. Los blancos a los que les guste pasear por los suburbios pueden hacerlo con impunidad mientras que los negros que se encuentren en áreas blancas sin motivo pueden ser expulsados incluso de forma violenta.

FUERA DE LAS CIUDADES

Más allá de las ciudades y de las plantaciones propiedad de los blancos, la vida de los negros africanos continúa como hace siglos. Las culturas tribales son estables y están bien adaptadas al terreno: la mayoría de la gente es amable, curiosa y muestra sus emociones abiertamente y sin reservas. Ciertamente no son salvajes. Los primeros “exploradores” europeos pudieron viajar libremente de un poblado a otro del interior sin ningún problema, siendo agasajados, con fiestas en la mayoría de ellos. Muchos de estos periodistas-exploradores encontraron pocos motivos para el descontento.

En Nairobi se habla normalmente el Inglés pero fuera de allí y de algunos otros lugares, la mayor parte de los negros lo hablan poco o nada. El idioma común de África Occidental es el Swahili, una lengua de comercio estructurada como el Bantú y con un vocabulario predominantemente árabe (los árabes controlaron el comercio costero y oceánico durante la mayor parte del pasado milenio). El Swahili está bien desarrollado y se parece más al Inglés de los siglos XII al XV en su flexibilidad y sutileza que por ejemplo al Pidgin del Pacífico Occidental.

Aunque cada grupo tribal importante posee su propio idioma, quien hable Swahili tiene pocos problemas para hacerse entender en cualquier lugar de Kenia. Si ninguno de los investigadores lo habla y no contratan intérprete alguno es difícil que consigan ni siquiera las informaciones más rudimentarias de los habitantes del interior del país.

La parte más importante de la población la constituye la tribu Kikuyu, que es de habla Bantú. Segundos en número son los Luos, que representan a las tribus originarias del Nilo, y rivales de los Kikuyu. El tercer grupo demográficamente
hablando son los Somalíes pero éstos son un grupo Hamítico cuyos territorios tradicionales se hallan al Este de las tierras altas donde transcurre este capítulo. Los nómadas Nilo-Hamitas, un cuarto grupo, incluye a los Masai y a los Kipsigi. Los belicosos Nandi, que también son originarios del Nilo, se opusieron violentamente al trazado del ferrocarril de Uganda por lo cual fueron diezmados.

Muchos de los sectarios de la zona son Nandis pero los seguidores de los Otros Dioses suelen abandonar sus antiguas lealtades al entrar en la secta.

Natalia Smythe-Forbes

La no resurrección de Nitocris



Todo indicaba que un ritual de grandes proporciones iba a realizarse, y la gran acumulación de miembros de la Hermandad alrededor de la Gran Pirámide así lo indicaba. Era tal la acumulación de gente, que no fue difícil disfrazarnos de sectarios y pasar desapercibidos entre la multitud.

La congregación gritaba excitada, y de la estela aparecieron los que parecían ser los líderes de la Hermandad; Henry Clive, un hombre que debía de tratarse de Omar Shakti y... ¡Edward Gavigan!

Los sectarios comenzaron a entrar por los túneles bajo la pirámide, pero por suerte el complejo de túneles bajo la misma era laberíntico y fue fácil despegarnos del grupo principal. Rodeamos lo que parecía una sala principal, por unos túneles húmedos y claustrofóbicos, impregnados de una obscena maldad, y al cruzar un recodo nos encontramos con una desagradable sorpresa:



¡Unas bestias de cuerpo humano y cabeza animal emboscaron a los investigadores! Afortunadamente los chicos ibans bien equipados para la ocasión, y pudimos dar buena cuenta de ellos para llegar por una portezuela trasera a la sala donde se estaba realizando la ceremonia.

La gran cámara era una estancia enorme, de 120x150 metros, y unos 30 de alto. Era mejor no conocer el propósito de tan colosales dimensiones...

El ritual iba a celebrarse, y la Hermandad planeaba traer a la vida de nuevo a la malvada reina Nitocris. Los millares de sectarios cantaban enfervorecidos mientras la medium, Agatha Broadmoor, trataba de entrar en conexión con el más allá para convocar a Nitocris y Gavigan, Clive y Shakti sonreían con satisfacción.

A veces la fina frontera que separa la audacia de la estupidez es la misma que separa la gloria del fracaso, y como una sola pieza abrimos fuego en el mismo momento en que Broadmoor terminaba su cántico, matando en el acto a Broadmoor y a Gavigan, para disgusto y desconcierto de los otros sacerdotes presentes.

Aún no me explico cómo pudimos salir de ahí, pues era obvio que nos sobrepasaban en fuerza y número, como una jauría de lobos contra un cordero herido, pero tan inesperada fue nuestra acción, que aprovechando la confusión y el dédalo de túneles de la pirámide, pudimos salir vivos de ahí. Gracias también a que los miles de sectarios enfurecidos estaban en la gran sala, varios metros por debajo de nosotros.

Cuando finalmente respiré aire del exterior, fue el sabor más delicioso que haya probado jamás, pues pensé que nunca volvería a probarlo.

El cómo salimos de Egipto, para acabar en Kenia, es una historia que contaré otro día.

-Memorias de Elizabeth Shawn